sábado, 6 de octubre de 2012

Rocio Jurado

Si será de Chipiona la razón del poderío.

Habremos buscado mil veces la belleza y no se nos habrá ocurrido que ésta viene brava desde lo alto del Faro, donde comienza La Ballena, envuelta en copla morena como la de Regla.

Habremos buscado
 alivio a este silencio maldito y solo por ello daremos paso al arrullo que viene desde las Tres Piedras, allá donde la arena se hace canasto de flores.

Habremos buscado ayes con los que embriagar nuestro sentidero, hasta dar, a las puertas del Coto con la garganta que suelta limones verdes entre dicho y dicho.

Habremos salido a pasear con la Aurora —“a hombros de los veleros” ¿verdad Rafael?— por si el nuevo día ha de depararnos placeres efímeros y habremos dado con ella, majestuosa desde su sonrisa dulce de moscatel y turbadora desde el visillo entreabierto de su mirada.

Habremos abonado el desamor en un acto supremo de soberanía, sin saber que el amor se ha hecho amigo de la noche, mientras va llegando el Rocío, de madrugada, fresca promesa de copla nueva. Amor de noche que acaba con el escozor de este paréntesis, abierto desde la última vez que ella sonrió, como dijo Miguel, con la alegre tristeza del olivo.

Habremos, en suma, creído que sin ella podemos transitar por las fronteras de lo estable, y ahora, al oírla de nuevo, nos damos cuenta de que solo era un sueño de charcutero engreído, que escucharla es palabra dada y recibo a cuenta del más allá, que sin su decir no somos nada y que sin esa cárcel en la que encerramos, andamos desnortados y sin cantares con que calzar la palabra.

Texto: Carlos HERRERA


Foto: Si será de Chipiona la razón del poderío.

Habremos buscado mil veces la belleza y no se nos habrá ocurrido que ésta viene brava desde lo alto del Faro, donde comienza La Ballena, envuelta en copla morena como la de Regla.

Habremos buscado alivio a este silencio maldito y solo por ello daremos paso al arrullo que viene desde las Tres Piedras, allá donde la arena se hace canasto de flores.

Habremos buscado ayes con los que embriagar nuestro sentidero, hasta dar, a las puertas del Coto con la garganta que suelta limones verdes entre dicho y dicho.

Habremos salido a pasear con la Aurora —“a hombros de los veleros” ¿verdad Rafael?— por si el nuevo día ha de depararnos placeres efímeros y habremos dado con ella, majestuosa desde su sonrisa dulce de moscatel y turbadora desde el visillo entreabierto de su mirada.

Habremos abonado el desamor en un acto supremo de soberanía, sin saber que el amor se ha hecho amigo de la noche, mientras va llegando el Rocío, de madrugada, fresca promesa de copla nueva. Amor de noche que acaba con el escozor de este paréntesis, abierto desde la última vez que ella sonrió, como dijo Miguel, con la alegre tristeza del olivo.

Habremos, en suma, creído que sin ella podemos transitar por las fronteras de lo estable, y ahora, al oírla de nuevo, nos damos cuenta de que solo era un sueño de charcutero engreído, que escucharla es palabra dada y recibo a cuenta del más allá, que sin su decir no somos nada y que sin esa cárcel en la que encerramos, andamos desnortados y sin cantares con que calzar la palabra.

Texto: Carlos HERRERA
www.rociojuradofanclub.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario